Como sabemos, el tiro le salió por la culata a la administración Solís. En lugar de provocar un clamor generalizado por más tributos, la gente volcó su ira hacia el presidente y su equipo por las múltiples veces que negaron que la situación fiscal del país fuera delicada y por la irresponsabilidad que mostraron en sus primeros años de mandato en materia de gasto. Peor aún, el mensaje de Solís trescendió las fronteras de nuestro pequeño y lluvioso país, y pronto varios medios internacionales empezaron a informarle al mundo sobre cómo Costa Rica se había quedado sin plata. Esta no es necesariamente la mejor publicidad que un gobierno desea en momentos en que contempla la posibilidad de salir a buscar más endeudamiento externo. ¿Qué tasa de interés creen que le cobren a un país que se acaba de declarar con problemas de liquidez?
Pero en realidad el gobierno no enfrenta una crisis de liquidez. La consultora Eurasia Group le enmendó la plana al presidente Solís calificando sus declaraciones de "alarmistas". Igualmente la agencia calificadora Fitch aclaró que el gobierno podrá seguir financiándose en el mercado interno, pero a un mayor costo. Y el ministro de Hacienda tuvo que salir a aclarar que el país no está cerca de un cese de pagos. La estrategia de miedo de Casa Presidencial había quedado expuesta y al presidente no le quedó otra que desdecirse al afirmar que él "nunca usó términos exagerados" y que solo estaba describiendo posibles escenarios futuros.
Lo cierto es que la crisis fiscal difícilmente se manifieste con un problema de insolvencia, al menos en el mediano plazo. La razón la explicó Fitch en su análisis: incluso si al gobierno no se le abre la puerta para endeudarse en el exterior, los bancos locales le seguirán prestando al Estado –eso sí, a una tasa más alta–. El Estado es siempre el primero en línea a la hora de captar recursos del sistema financiero. De tal forma, la crisis fiscal se hace evidente no porque el Estado se quede sin plata, sino porque chupa cada vez más los recursos de la economía, encareciendo el crédito para consumo e inversión. El Estado actúa como una mata'epalo.
Pero esta no es la única manera en que la crisis fiscal se puede manifestar, ni la más aterradora. Como hemos visto en otras latitudes –por ejemplo en Venezuela– e incluso en nuestro propio país a principios de los ochenta, cuando un gobierno enfrenta problemas fiscales puede recurrir al Banco Central para financiarse con emisión monetaria. Esto genera inflación, ya que al inundar el Banco Central la economía con dinero sin respaldo, hace que el efectivo circulante pierda valor. Es como echarle agua a la sopa.
En Costa Rica ese escenario se supone que está cerrado. La ley le prohíbe al Banco Central financiar al Ministerio de Hacienda mediante la compra de bonos. Sin embargo, tengamos mucho cuidado. Ayer, mientras las redes ardían por la posibilidad de que se le cobre IVA a Netflix, dos funcionarios del BCCR advirtieron sobre la posibilidad de que eso cambie, como denunció el economista –y colega bloguero– Melvin Garita en su página de Facebook. Al ser consultada sobre si se baraja la opción de que el BCCR le compre bonos al gobierno, Bernardita Redondo, directora de la División de Pasivos y Activos de esa entidad, dijo (ver minutos indicados en el video):
"... s in duda alguna desde el punto de vista financiero es muy válido , existen otro tipo de consideraciones que hemos valorado a nivel interno en el Banco Central que nos han llevado a la conclusión de que por el momento no lo hagamos" (min: 1:15:50).
Más adelante, su colega Roger Madrigal, director de Estudios Económicos del BCCR, volvió a señalar:" en el momento no vemos ese peligro, pero a futuro uno no sabe (…) en este momento no hay ninguna voluntad para utilizar al Banco Central para financiar al gobierno, pero la gente cambia " (min: 1:33:35).
Que dos altos funcionarios del BCCR tan siquiera mencionen como una posibilidad el financiamiento monetario del déficit fiscal debería alarmarnos a todos. Si bien dijeron que no hay ninguna voluntad de que eso ocurra ahora, dejaron claro que eso podría cambiar a futuro. No olvidemos lo que pasó la última vez que el gobierno recurrió al Banco Central para financiarse: la inflación alcanzó el 90,1% y la pobreza aumentó 20 puntos porcentuales, afectando al 54% de la población:
Un escenario tan magro no está alejado de la realidad. Más de un 20% de las familias costarricenses ya vive por debajo de la línea de pobreza y otro 20% es considerada vulnerable –es decir, con un empujoncito pasan a engrosar las filas de los pobres–. Un episodio de alta inflación fácilmente podría constituir ese empujoncito.
Por muchos años, quienes abogamos por la dolarización de la economía hemos advertido sobre este escenario. La posibilidad de que el BCCR imprima colones para financiar al gobierno es una espada de Damocles que se cierne sobre el país. Estas declaraciones revelan que no estamos asustando con la vaina vacía; confirman que las autoridades la consideran una opción "muy válida" cuya implementación depende únicamente de una reinterpretación de la ley.
Olvidémonos de Netflix por un momento y advirtamos la gravedad de lo dicho ayer en esa conferencia de prensa. Como señaló Garita, "la estabilidad monetaria que tanto nos ha costado está pegada con un alfiler".