Luis Guillermo Solís es una persona honesta, inteligente y preparada. Esas cualidades por sí solas bastarían para ponerlo en la lista corta de cualquier persona que esté pensando su voto para el próximo 2 de febrero. Sin embargo, hay otro factor que hay que considerar a la hora de emitir el sufragio y son las propuestas. De nada nos sirve escoger a alguien honrado si sus políticas económicas mantendrán a Costa Rica atascada en el subdesarrollo. En el caso particular de don Luis Guillermo, no solo se encuentra él cómodo con el tamaño actual del Estado costarricense y con su nivel de intervención en la economía, sino que incluso propone expandirlo aún más. Y es por eso que no puedo votar por él en esta primera ronda.
La inclinación de Luis Guillermo Solís por un Estado grande quedó reflejada el viernes pasado en una entrevista en La Nación donde señaló que "el Estado debe ser tan grande como sea necesario para manejar de forma eficaz, transparente la economía [...] Lo que queremos es un Estado fuerte, un Estado que gestione la vida nacional...". En contraposición, Solís indica que cuando el mercado es el que predomina, hay caos y desorden. La dicotomía es clara: Estado es sinónimo de orden y eficiencia mientras que el mercado implica desorden y caos.
La declaración de don Luis Guillermo sobre el alcance que debe tener el Estado se presta para confusiones: ¿Qué tan grande es un "Estado necesario"? ¿Es suficientemente grande el Estado que tenemos ahora que consume un 37,2% de la producción nacional? ¿El "Estado necesario" debería estar produciendo guaro, refinando combustibles, manejando puertos? Las respuestas a estas interrogantes las podemos sacar del resumen del Plan de Gobierno que publicó el PAC la semana pasada (el documento entero aún no está disponible). En él destacan los siguientes puntos que reflejan la preferencia del candidato del PAC por un Estado más grande e intervencionista:
1.- Más gasto e impuestos: El plan de gobierno del PAC es específico en sus propuestas de dónde aumentar el gasto público pero nebuloso en sus planteamientos sobre dónde recortarlo. Es así como destacan las promesas de incrementar las erogaciones en becas, agricultura, programas sociales, cultura, deportes, pensiones, etc., pero el documento simplemente plantea "la revisión y mayor eficiencia del gasto" como contraparte de dónde vendrían los ahorros.
Cierto, Solís propone el cierre del CONAVI, el Consejo Nacional de Concesiones y el Consejo de Transporte Público, pero eso se plantea más como un esfuerzo por reasignar recursos dentro de la cartera del MOPT que como un recorte general de gasto. Más bien, por otra parte el PAC promete asignar un 1% del PIB para el Ministerio de Cultura y Juventud, lo cual, para ponerlo en perspectiva, implicaría aumentar el presupuesto de esa cartera en 10 veces (que en el 2013 equivaldría a una erogación adicional de ¢200.000 millones). Uno de los grandes problemas que caracterizan al desastre fiscal que tenemos actualmente son las leyes que establecen destinos específicos para los recursos del Estado y que inflexibilizan las endebles finanzas públicas. El PAC plantea agravar dicho problema, no solucionarlo.
La predisposición del PAC hacia más gasto también queda reflejada en otras dos propuestas: basar como criterio de eficiencia el que las instituciones públicas gasten todo su presupuesto y plantear que el plan de gasto nacional sea elaborado por el Ministerio de Planificación y no el de Hacienda. En el primer caso, por lo general el hecho de que un ente gubernamental subejecute su presupuesto es una señal de desorden y falta de planificación. Sin embargo, exigirle a una burocracia que gaste todo lo que le fue asignado como condición para darle más plata el próximo año incentivaría a que –acercándose el fin del año fiscal– los jerarcas de dicha institución aceleren el gasto con tal de no ver recortado su siguiente presupuesto. El resultado sería más ineficiencia y corrupción, no menos.
En segundo lugar, poner al MIDEPLAN a elaborar el presupuesto de la República claramente establece un sesgo a favor de más gasto, puesto que, siendo Hacienda el encargado de administrar las finanzas estatales, es el ente en mejor capacidad de priorizar erogaciones de acuerdo a los recursos disponibles. En otras palabras, Hacienda es el que aprieta la faja, mientras que el MIDEPLAN es más proclive a sucumbir a las demandas de más gasto que siempre hacen las demás entidades gubernamentales.
La simpatía de don Luis Guillermo Solís por un Estado más grande queda igualmente reflejada en su propuesta de más impuestos. En el debate organizado por UCCAEP hace unas semanas el candidato del PAC dijo lo siguiente: "En América Latina, un país que aspire al desarrollo en el siglo XXI, no está cobrando menos del 20% de carga tributaria. Bueno, yo no estoy diciendo que tenemos que hacer eso en 4 años, probablemente no tengamos posibilidad de ir a más de un 4% en este período, pero si hay credibilidad y si hay voluntad de convencer a la sociedad de que la plata se está invirtiendo bien y sin corrupción podemos avanzar hacia ese objetivo".
Aquí destacan dos puntos: 1.- Costa Rica ya tiene una carga tributaria del 22% del PIB, la cual según un informe reciente de la Cepal se ubica como la quinta más alta de América Latina. 2.- Solís infiere que a mayor cantidad de recursos en manos del Estado (es decir, políticos y burócratas), mayores son las perspectivas de desarrollo de un país. Sin embargo en dicho informe de la Cepal vemos que no hay relación entre nivel de desarrollo y carga tributaria. 3.- En su declaración don Luis Guillermo claramente se refiere a los ingresos tributarios del gobierno central, los cuales andan en el orden del 14% del PIB y deja claro que a él le gustaría aumentar eso a por lo menos un 18% del PIB en su administración.
En un intercambio que tuve por Twitter el viernes pasado con don Luis Guillermo, me señaló que su prioridad será hacer el gasto más eficiente antes de impulsar más impuestos. Pero queda claro que Solís ve aumentar los tributos como un fin en sí mismo. No olvidemos que él apoyó entusiastamente el paquete de impuestos de la administración Chinchilla (aún cuando reconoce que hay un desorden espectacular del lado del gasto). Tampoco hay que pasar por alto que Ottón Solís –su candidato a diputado por el primer lugar por San José– ya anunció que negociará con el PLN un nuevo plan de impuestos, sin siquiera esperar a ver quién ganará las elecciones y cómo usará la plata. Y en el intercambio que tuvimos, don Luis Guillermo deja claro que una vez que ponga orden en las finanzas (lo cual según él le tomará un año) buscará un aumento de los impuestos, los cuales especifica en su plan de gobierno: eliminar exenciones (no especifica cuáles), renta global y renta mundial, tributos al "consumo suntuario", gravámenes ambientales, impuestos a las ganancias de capital y la introducción del impuesto al valor agregado (IVA). Este festival de impuestos haría palidecer al paquete presentado en su momento por Fernando Herrero.
Sin lugar a duda de las propuestas fiscales del PAC queda claro que Lusi Guillermo Solís aspira a tener un Estado más grande que el que tenemos actualmente. Algunos seguidores del PAC pretenden tapar el sol con un dedo al negar este hecho.
2.- Mayor inflación: El Plan de Gobierno del PAC es críptico al respecto pero sabemos muy bien por dónde van los tiros cuando propone "Revisar el tipo de cambio para que corresponda al comportamiento real del mercado y garantice adecuados niveles de competitividad". En otras palabras, don Luis Guillermo propone manipular el valor del colón para hacerlo más barato y así subsidiar a ciertos sectores de la economía, especialmente aquellos cuyos ingresos son en dólares. Es decir, Solís plantea mantener (y hasta aumentar) el subsidio a exportadores y otros grupos influyentes al que se refirió hace unos meses el presidente del Banco Central en una entrevista en La Nación. Como se ha descrito ampliamente en este blog, esta intervención para abaratar el tipo de cambio y hacerlo "competitivo" implicaría una inflación más alta (o, para evitar dicho escenario, forzaría la toma de medidas para limitar el crédito, como vimos al inicio de este año).
3.- Proteccionismo: El Plan de Gobierno del PAC propone "implementar una política de defensa comercial". Como bien sabemos, eso no significa una defensa de los intereses de los consumidores, sino de los productores, especialmente aquellos que se benefician del proteccionismo agrícola. Don Luis Guillermo incluso plantea elevar a rango constitucional "la soberanía alimentaria". Dicha soberanía implica en la práctica que los consumidores costarricenses, especialmente los más pobres, deberán seguir pagando más por productos de consumo básico como leche, pollo, arroz, etc., con tal de proteger de la competencia a grandes oligopolios como Dos Pinos, Pipasa y Conarroz. El proteccionismo agrícola que el PAC propone consagrar en la Constitución es una de las políticas más regresivas que existen en el país.
Resulta curioso que hace unos meses don Luis Guillermo Solís acusó a Johnny Araya de ser "neoliberal". Sin embargo, si analizamos a detalle sus propuestas, veremos que estas coinciden en un 95% con las del candidato liberacionista: ambos plantean más gasto, más impuestos, más intervención del tipo de cambio y más proteccionismo. La diferencia radica en que Solís promete hacer todo esto de manera "honesta y eficiente". Tal vez es precisamente por el hecho de que programáticamente no se diferencia tanto del PLN que Solís ha sacado un comercial diciendo que en su gobierno promoverá la adopción de mascotas. Una causa noble sin duda pero difícilmente se encuentra en las 75 prioridades del país.
Sí, don Luis Guillermo es honrado, inteligente y preparado. Necesitamos más gente como él en la política. Pero no puedo darle mi voto porque él cree que entregarle más recursos y poder a la burocracia y a la clase política hará que Costa Rica sea un país más eficiente, competitivo y justo. Yo no me compro ese cuento. Un Estado más grande e intervencionista hará al país más ineficiente, menos competitivo, más caro y también más corrupto, porque cuando se le entrega más plata y poder a los políticos estos terminan abusando de él. Como hemos visto una y otra vez en la historia, no solo de buenas intenciones vive el hombre. Al final de cuentas, las ideas tienen consecuencias.