Menos cansado y más motivado para ejercitarse. Así puede hacerlo sentir la música. Pero una misma canción puede tener efectos distintos en dos personas y diferentes piezas pueden tener diversos efectos en un mismo individuo.
¿Cómo saber qué canción le servirá para ejercitarse? Depende de lo que vaya a hacer.
Las personas están programadas biológicamente para sincronizar rítmicamente sus movimientos con lo que escuchan.
No es lo mismo correr oyendo esto que hacerlo con esto. En la primera los pasos tenderán a ir más rápido y en la segunda, más lento, pues tienen velocidades distintas (148bmp y 84bpm, respectivamente).
“La mayoría de las personas tienen un instinto de sincronizar sus movimientos y expresiones. Qué tipo de música motiva a ese instinto varía de cultura en cultura y de persona en persona. Pero en general, las canciones más rápidas con beats más fuertes son particularmente estimulantes y algunos psicólogos sugieren que las personas tienen una preferencia innata por ritmos que están a una velocidad de 120 beats por minuto (bpm)”, afirman en la revista Scientific American.
Sin embargo, en las clases de ejercicio aeróbico suele usarse música un poco más rápida. Para las de steps, se recomiendan canciones de entre 130 bpm y 145 bpm, mientras que para las de aeróbicos se suelen utilizar piezas de entre 140 bpm y 160 bpm.
Esta última es la velocidad comúnmente preferida para correr a una velocidad de unos 10km/hr y también es la que suelo usar para simular planos de velocidad en mis clases de spinning.
Para saber la velocidad de sus canciones, puede contar los pulsos por minuto de cada canción. (Cada pulso es más o menos lo que marca su cabeza o su pie cada vez que se mueve al oír una canción).
Ese es el método “manual”.
Pero también hay aplicaciones y sitios como Songza, jog.fm, runningplaylist.net o all8.com/tools/bpm.htm que pueden facilitarle la tarea contable.
¿Y por qué es importante escoger bien la música y no solo hacer un playlist de canciones rápidas? Porque podría conllevar un gasto inadecuado de energía durante la sesión de ejercicio, explica el especialista en medicina deportiva Javier Yanguas.
“Si la música nos hace llegar a una velocidad mucho mayor de la que podemos mantener hasta el final, podría funcionar como un estimulante negativo”, advierte.
En el otro extremo del espectro, puede ocurrir que estemos haciendo un ejercicio que deba hacerse despacio, como uno de yoga, de pilates o de levantamiento de pesas, y que la música nos impulse a movernos más rápido de lo recomendado.
“No debemos crear situaciones de excesiva euforia o al menos debemos saber en qué momento debemos generarlas”, advierten los investigadores de Rendimiento Deportivo.
Una experiencia personal
Pero la parte técnica es solo la mitad de la historia.
La música no solo nos hace movernos a determinada velocidad, sino que toca nuestras fibras emocionales y psicológicas.
“Está ligada a experiencias muy personales. Las mejores piezas para ejercitarse son las que son significativas para un individuo”, dice el fisioterapeuta deportivo Costas Karageorghis, quien estudió los efectos ergogénicos y psicológicos de la música en el deporte.
Mi canción favorita para correr es esta. Y no es porque esté a 160bpm (aprox), ni por lo que dice la letra (sinceramente, nunca le he puesto atención); es mi canción favorita porque es la que estaba oyendo el día que rompí la barrera psicológica de los 4k: logré correr 4,5km a 10km/hr.
¿Y la suya? ¿Ya sabe cuál es su canción favorita para hacer ejercicio?